Alexandra L

Bonanza

 

Habla de las carencias la supuesta abundancia,
ese color intenso que irrumpe con el alba
pancarta a todo lo ancho de soledad y ganas
efímero perfume con que se baña el alma.

Eructo matutino tras la ebria maraña
de un rito en soledad entre sabanas blancas
el agridulce raro,  erótica mortaja, 
grotescas ilusiones detrás de la muralla.

Los clavos se disuelven en sales añejadas
ensenada dormida con las naves varadas,
donde el viento carece de una simple arrancada
para llenar las velas y lanzarse a las aguas.

Quimera turbulenta, fútil, enmascarada
es ola que persigue  la plenitud ansiada
obsesiva,  potente que el océano rasga
y al chocar con las rocas se reduce a la nada.

Demasiadas bonanzas el contrato señala
cuidado con lo bueno, que de tan bueno espanta
hay un veneno oculto tras la palabra santa
respira la maldad, cual serpiente en canasta.

Le temo al bueno, bueno, al perfecto y al justo
al que no se equivoca, marchando en recto rumbo
y que obstinado es dueño de la única verdad
a quien juzga sin ver que un día le juzgaran.

Tiene tanta carencia la supuesta bonanza
cada artículo ahonda en lo que urgente falta
que pena el mal oculto en la falsa esperanza
es un grito en silencio, un banco de nostalgia.

La vida se escapo golpeando puertas falsas
llena el tiempo que resta con la brisa que pasa
nada cuesta entregar, cuando no queda nada
apenas las miserias que en las sombras se arrastran.