El reloj de la vida va dejando,
en el alma, la marca de su huella;
reflejando la historia que destella
los ensueños que atrás se van quedando.
Sus agujas, la marcha apresurando,
no detienen su paso, que hace mella
en la bella ilusión que fue centella,
que dejaba las venas palpitando.
Es por eso que siempre doy consejos
que sepamos vivir enteramente;
porque todo se acaba, y ya de viejos
añoramos aquel pasado ardiente;
que por dogmas, o miedos muy complejos,
no pudimos gozar completamente.
Autor: Aníbal Rodríguez.