He pasado de nuevo, por la angosta calle del placer
y que en tu compañía se me hizo eterno el día.
La vereda se estrechó en el páramo de un beso
mis pasos vociferan hoy, la distancia de los tuyos,
mi risa evaporada en la ausencia de sonido;
acentúa la melancolía, pero mi mente no ha acunado
ni abriría jamás las puertas del olvido.
Flota entre mis miradas bulliciosas el eco de un te amo
que siempre, aunque tus labios no lo pronuncien
se repetirá en mi historia como eco perenne,
de los días vividos y agitaran mis pensamientos
que marchitos, se refrescaran con el recuerdo
de un millar de besos que mi pecho portara como rosario
para los días más oscuros que no me iluminen tus ojos.