En tiempo de dolor que aprieta, levanté la mirada al cielo de un universo infinito, en demanda de un milagro de amor y magia.
Aceptado el infortunio con todas las letras, me abrí a la vida entregando todos los pedazos de mi corazón hecho añicos a las estrellas.
Llegado el tiempo de alba, entendí un tiempo de amor, de vida, de alma de personas extraordinarias y compasión infinita, que tan solo dice...
GRACIAS
Aitor Duarte Fernández