De la herida de mis ojos
brota el día tenebroso
en que han de ser juzgados
los cabrones todos, todos...
Sueño por las noches
que te encuentro
aquí entre estrofas,
que tú eres la que a mí viene
suplicándome otra dosis
de ese amor mío inmortal
que con el tiempo aún mejora.
Si no puedo acompañarte
pues que nunca vaya otro,
que ya sabes que quiero darte
la luna de regalo;
un beso muy, muy grande
para que nunca te olvides
de que estoy
todavía deseándote
sin probar de ese cielo
un buen pedazo...
Es la vida así de cruel
pero yo no quiero lamentarme
por lo que he hecho
aunque ya haya errado
una y otra vez
en caer a este abismo
de palabras lleno,
y yo sé que lo volvería a hacer
porque solo así consigo
por momentos vencer al ego
que es ese monstruo
al que tanto temo,
que devoran nervios mi cuerpo
ante la falta
de eso tan bueno...
Yo, mientras tanto,
sigo encerrado
con mi mente buscando un plan
imposible para escapar
de esta cárcel
sin barrotes
y con salidas momentáneas
a mi casa
que ya no es mía
si es la sombra
quien ahora allí a solas vive
dando vueltas infinitas
hacia un rincón para mí prohibido
en esta vida
tan dura y triste
en la que se trata
de perseguir un sueño ya para muchos imposible.