De esa fuente mana mi conciencia
que es falacia en muchos epigramas;
ella, que ama y sabe mi experiencia
se pierde entre tantos hologramas.
En la roca inerte y poderosa
feliz parece y de poco es tanta;
tanta que se nota muy hermosa
como la miel puesta en la garganta.
Tengo sed de sentir esa aurora,
fragancia que conquista mi piel
que de aroma se viste señora
y con libros observa el burdel:
Tengo sed de su boca dichosa
y me ahogo de elíxir potente
cultivando en sus pies una rosa;
la gran rosa que nace en la fuente.
¡Oh mi Dios padre del universo
pon tu mano sobre esta verdad,
calma la sed del llanto diverso
con el consuelo de lealtad!
que esa fuente les cambie el destino
de amores que en el tiempo se explora:
De igual forma, el encanto divino
recorra en sus manos, luz de aurora.
Tengo sed de calmar esas ansias
con vino en la copa del Señor
y llenar el vacío de instancias
con esencia, cariño y fervor.
Que la vida nos muestre el placer
conquistando la melancolía
cuando el bien se proponga vencer;
Dios llega a calmar el alma mía.
Mi plegaria que entone al callado
cuando este por el temor la ignore,
que en pasiones el silencio llore
y el presente interprete al pasado.
Tengo sed para amistad sincera;
en ella quiero dejar mis huellas
y sembrar la milpa duradera
que florezca en las personas bellas.
Tengo sed de sentir esa aurora,
fragancia que conquista mi piel
que de aroma se viste señora
y con libros observa el burdel:
Tengo sed de su boca dichosa
por la angustia que pasa entre nos:
¡Tengo sed de brindarle una rosa,
tengo sed del encanto de Dios!
Samuel Dixon
Está prohibido plagiar este poema, reproducción total o parcial o por cualquier otro Medio. Todos los derechos reservados del autor Samuel Dixon