Hugin & Munin

Amor Cuántico

Desde antes de nacer nos conectamos cósmicamente.
Nuestros átomos dormidos palpitaban al unison sin saber que pronto despertarían. 
El mecanísmo secreto intrínseco de nuestros sueños trabajando sin sospechas, pretendiendo sin pretender, este enrredo cuántico desatado sin aviso. Esperaba el momento perfecto para reconocernos. Nuestras partículas subatómicas separadas pero perteneciendose a pesar de esta localidad cuántica. Nuestro amor rompería las reglas del universo, por si alguna vez nos reconocieramos. ¿Partiría  sin ti? Sintiendo ese vacío que solo tu llenarías cuando llegaras. ¿Serías capaz de reconocerme?. A través de esta metáfora de emociones, por estos inexplicables vínculos de amor.
Nuestros vínculos, cuya fuerza trasciende cualquier distancia, en el espacio tiempo coincidiríamos cuando al reloj se le diera la gana. Nuestro amor cuántico nos revolcaría gran parte de nuestra vida porque tu me faltabas y yo te faltaría. El reloj oxidaría mis células mientras te esperaba, estas partículas amantes y dormilonas finalmente nos depertarían a nuestro amor sublime. Me perdería en ti, aparecería entre la profunda soledad,  te amaría desde siempre, pero hasta que llegaras a mi. Amaríamos aún si un universo inconmesurable se interpusiera entre nosotros. Porque vives en mis pensamientos en mi mente, vives en mi luz, en mi espíritu, vives en mi alma hasta que esa fuerza motriz llamada amor cuántico se desatara para que vivieras  finalmente junto a mi en cuerpo físico, y dejaría finalmente de imaginarte en el cuerpo etéreo con el cuál siempre te soñé. Tranquila amor, no hay prisa, no te apuraré, si algún día me reconoces, si tus átomos ya no pueden vivir sin mi como yo no puedo vivir sin ti.
Estas fuerzas del universo tan azarozas e irrenunciables, cargarán en mi este sentimiento de que algún día, en alguna hora, en algún minuto y en algún segundo, en el sitio y lugar perfectos nos reconoceremos el uno al otro. En ese momento, lo que me quede de vida, envejeceré contigo, seré tuyo y tu serás mía y nos perteneceremos hasta que finalmente seamos bendecidos por Dios.