Me miras con desdén y desprecio,
porque mi cabello se tiñe de canas,
los surcos de mi entrecejo reflejan
un ser que está muy lejos del enojo,
y, sin embargo, intimida a cualquiera.
No busco tu afecto ni tu compasión,
solo que respetes mi propio espacio,
quizá mis palabras no te dejen algo
porque te crees dueña del conocimiento;
si vieras los años en vela que he pasado,
por aprender un poco del saber oceánico
Espero que cuando toques el umbral de
tu invierno, tu orgullo sobrepase las verdades
que emergen guardadas en tus oscuridades;
cuando menos, yo tendré la dicha que nunca
aparente ser lo que no era y me valió poco
agradar a otros, quienes me amaron, fue por ser yo.