Hugo Emilio Ocanto

*** Quédate, no te vayas *** - Monólogo - - Autor e intérprete: Hugo Emilio Ocanto - - Grabado -

Buen día, princesita.

Adelante, entra.

Qué satisfacción

hayas accedido a mi invitación.

¿Deseas tomar algo?

Has respondido lo mismo

que pienso, es demasiado

temprano para beber.

depende de qué...

¿Un vaso de agua, tal vez?

Bien, cuando quieras...

Siéntate. Te has hecho

un nuevo corte de cabello.

Te sienta muy bien.

Te he mandado mensaje

para que me visites,

porque eres una niña

muy allegada a mí.

Gracias por opinar lo mismo, pequeña.

Desde que falleció

mi mujer, esta casa

es demasiado inmensa

para mí solo.

Me agrada me alabes

los adornos que existen

en este ambiente.

Todos fueron elegidos

por mi esposa.

Tú no la has conocido en vida.

Pero tengo fotos

de ella que en cualquier momento

he de mostrarte.

¿Seguro no quieres

tomar algo? Bien.

¿Cómo andan tus estudios?

Me alegro mucho.

Eres una mujer muy inteligente.

¿Lo has adquirido

de alguno de tus padres?

Sí, sí... tienes razón...

me había olvidado

que me contaste eres adoptada.

Con tus veinte años...

eres toda una dama.

No me lo agradezcas,

es la verdad.

Fina, decente, inteligente,

hermosa... y con unos

extraordinarios dones espirituales.

Una mujer diez.

¿Qué pasa que miras

tan seguido la hora?

Ah, quedaste en encontrarte

con una compañera

para repasar lecciones.

Entiendo. Una gran

responsabilidad que

no debes desatender...

para llegar donde tú ansías.

Me alegro.

Ya te vas. Qué breve visita

ha sido la tuya.

La justifico, por supuesto.

Te agradezco hayas acompañado

a este maduro hombre.

Tienes razón, no soy muy mayor...

pero... quédate, no te vayas...

Un momento más, te lo pido...

tengo... que hacerte una confidencia,

un relato, una historia,

que ha marcado mi vida...

Pero que tengo que contártela.

Unos minutos nada más...

Hace muchos años,

veintiuno para ser más preciso,

conocí circunstancialmente

a una hermosa mujer,

en una fiesta...

creo que festejaban

un cumpleaños,

o un casamiento...

Sí, un casamiento...

Se casaba la hermana

de esta mujer que conocí...

Recuerdo que bailamos casi

toda la noche...

Después, esa misma madrugada,

tuvimos un acercamiento sexual.

Mutuamente nos habíamos atraído

muy apasionadamente...

Después de ello tuve que

viajar al exterior

por  cuestiones de trabajo.

Teníamos una fábrica

de artículos de plástico,

y ese viaje apareció de súbito,

de urgencia...

Me quedé en el extranjero,

un tiempo que no tenía premeditado...

Más de un año...

Cuando regresé,

me encuentro con esta dama,

con la cual,

 como te conté,

había tenido esa relación.

No quiero hoy extenderme

demasiado en el caso,

porque tú tienes compromiso

con tu compañera.

Pero debo confesarte algo...

cuando vuelvo a  encontrarme

con esta dama,

me dijo que fruto de nuestra

relación, había dado

a luz una niña...

Los padres de ella, al enterarse

que iba a ser mamá,

por estúpidos prejuicios

casi la obligan a hacer un aborto.

Ella se negó a hacerlo.

Entonces, la mandaron fuera

de la ciudad.

Tuvo su hija, y sus padres la obligaron

a que la diese en adopción

a un matrimonio.

Al poco tiempo,

tuvo un mal incurable, y falleció...

No alcanzó, o mejor dicho,

no me quiso decir el paradero

de su hija, a la cual la obligaron

darla en adopción...

por vergüenza...

Hace dos años,

por una confesión

que me hizo el hermano

de esta mujer,

me entero quién era

mi hija. La busqué...

y te encontré...

Oh, sí, tú eres mi hija...

No supe del embarazo

de tu madre...

no permitieron se comunicase

conmigo, le atormentaron

la vida... le prohibieron que lo hiciese...

yo nada sabía de tu existencia...

y ella cuando la encontré no quiso decírmelo...

Después falleció, y recién hace dos años

me entero quién es mi hija... tú...

Debo pedirte perdón...

de haberlo sabido,

hace mucho tiempo te hubiese buscado,

pero todos callaron,

hasta tu madre...

Después que ella murió, me casé.

Y por cobardía, mantuve el secreto

de tu existencia.

No sabía dónde estabas.

Mi esposa falleció

un año antes que yo

me enterase quién era

mi hija... no tuvimos hijos...

tú eres mi descendiente...

No llores, y abrázame,

abrázame, hija querida...

Recién hoy me he animado

a decirte este secreto,

esta verdad... que

me hace tan feliz al

aceptarme tú a mí...

Gracias, gracias hija

por aceptarme y quererme,

como yo te quiero...

Todos los derechos reservados del autor(Hugo Emilio Ocanto - 01/03/2013)