Desde la vanidad
de un mundo de cartón,
se asoma
un rayo de sol.
Todo el artificio
desaparece.
Huyen de la luz
los falsos oropeles.
El óxido, el moho,
la destrucción
aparecen horribles,
en medio de la luz.
Una simple plantita
sin nombre,
nos hace recordar
lo bello de la vida.
Navego en ese haz de luz,
él me transporta
a mi patria verdadera.
Tomo una piedra,
rompo el cristal.
Emerjo.
Me alejo por la campiña.
Sólo viento, sólo claridad,
sólo perfume
de la tierra.
Roto el cristal.
Roto el encantamiento.
Vuelvo a los bosques,
a mi morada.
Un baño en el arroyo,
me quita el perfume
de la ciudad.
Me hundo en el agua.
Emerjo.
Soy viento, soy tierra,
soy agua,
soy fuego.