A Don Marcos Serafín
que ama la naturaleza
su alma, posee grandeza,
como todo un paladín.
Siempre tiene en su jardín
lleno el cuenco de agua dulce,
para que el gorrión endulce
su canto de enamorado,
que en los bosques ha cantado
pa´ calmar tanto agridulce.
Y sus manos laboriosas
ya surcadas por los años
siempre al pie de los castaños
siembran flores, siembran rosas.
Sus miradas primorosas
dibujando van colores,
al nacer de los albores
que iluminan las mañanas,
su cabeza con sus canas
y su corazón de amores.
Cantan lindas melodías
don Marcos con sus gorriones
que han unido corazones
con muchas algarabías.
¡Adiós las melancolías
no existen ya las tristezas,
a cambio, solo hay ternezas,
nacidas para natura,
que con toda su hermosura
nos regala sus purezas!
Y a Don Marcos yo le digo
en mis décimas escritas
que no habrán flores marchitas
si él da vida como el trigo.
Y, si el gorrión es su amigo,
volará siempre contento
zigzagueando en el viento,
sobre pinos y laureles
porque usted, le da las mieles,
con pureza y sentimiento.