Tomás

Muerte orientada de la enamorada

Decidir: entre tus ojos arrugados se mantiene la tensión de la cordura y el deseo. Dos sorbos de mate marcan la puesta de tarde ante la plaza de siempre. El brillo te deja casi con tu mirada a oscuras, pero eso no impide que des muecas a tus pasos obnubilados casi arribando la cocina, ya cansada, ya en el recuerdo.

El recuerdo de él llegando, el de él preguntando. El de él cantando, El de él saliendo. El de él abriendo su puerta y dejando que lo abraces, como siempre me contabas mientras yo te recitaba mi mañana en el colegio.