Sigue la brisa
besando los cabellos
de los ancianos.
Es el nordeste
llegando de los mares
a los jardines.
Allí se encuentran
algunos jubilados
con sus familias.
Pero la brisa
es algo caprichosa
y quiere más.
Sus labios grises
contienen muchos besos
por repartir.
Besos al mundo
del mar y los recuerdos
con el salitre.
Cierran los ojos,
la brisa y los ancianos,
y se sonríen.
Risas alegres
que sacan fantasías
de muchas almas.
Y así, la brisa,
se muestra satisfecha
y vuelve al mar.
Rafael Sánchez Ortega ©
04/05/21