Un instante del tiempo viajó,
allá donde el no ser dormía,
como un rayo veloz volvió,
deshabitado, con el alma vacía.
Solo encontró la escasez,
la inexistencia de materia,
volvió a viajar otra vez,
y no trajo, ni bacterias.
El silencio oía al silencio
las ideas estaban congeladas,
y la imaginación, ni imaginaba.
No observó ningún principio,
tampoco encontró frontera,
ni luz, que a ella le condujera.
José Antonio Artés