En las noches de estío, que la luna brillaba
con su rayo de plata de glorioso esplendor;
con mis versos del alma, impregnados de amor;
la ventura de amarla con pasión le cantaba.
Con ternura apacible su candor me entregaba,
embriagada de excesos, con intenso fervor;
en las noches de estío que la luna brillaba
con sus rayos de plata de glorioso esplendor.
Las estrellas sabían lo que yo la adoraba,
y risueñas enviaban su radiante fulgor;
que traía el acorde, del violín soñador,
que de luz y armonía nuestras almas llenaba
en las noches de estío que la luna brillaba.
Autor: Aníbal Rodríguez.