Horas soñadas que nos llegan desprevenidas
Mostrándose desde lejos, con su paso lento
Ansiando tenerlas de frente para intentar pararlas
Llegan de a pocos en señales de humo
Soñándose ellas mismas:
Tardes rojizas
Mañanas grises.
Con el corazón acelerado en espera
Con los brazos abiertos esperando ser atropellados
Nos pasan las horas soñadas como fantasmas
Atravesándonos sin pedir permiso
Dejando un instante de verdad
Y un infinito de recuerdos.
Horas soñadas desprevenidas
Que nos llegan de a pocos
Para quedarse toda la vida