Tu boca me da los besos
con sabor a fruta fresca
del manzano que rojizo
se quedó mi boca presa
pa´ besarte a mis antojos
en la noche tan serena
donde juntos nuestros cuerpos
bajo el cielo y las estrellas
te iluminan como siempre,
tu flamante cabellera
enredada aquí en mis manos
como pétalos de seda
colgados, ahí en tu pecho,
a la luz de una lumbrera.
Y tus besos yo los siento
con pureza de doncella
que estremece mis sentidos
abrazando tus caderas
con el brillo de tus ojos
pintados color canela
que se clavan en el alma
con olores de salcedas
que en el cielo van dejando
dibujada aquella estela
como un lienzo de luceros
donde está tu faz tan bella.
¿Y a qué saben ricos besos?
A sabores de frambuesa
que enternecen tibios labios
y se olvida la quimera
avivando la esperanza
de que el alma siempre pueda
abrigarte en sus entrañas
como aquella vez primera
donde siempre nos besamos
a la luz de aquella vela
que apagó el ligero viento
colándose por la puerta
y el momento fue preciso
para que más te quisiera.
Y recuerdo la montaña
con abundante arboleda
y aquella brisa tan suave
que bajaba a la pradera
y muy cálidas tus manos
se posaron en mis piernas
donde arregosté tu cuerpo
para que feliz durmieras
después de besar tus labios,
tus mejillas y tus cejas.
Qué hermosos retratos tengo
que vienen a mi cabeza
pensándote liberada
sin límites y fronteras
para acariciar mi cuerpo
con tus manos piel morena
sabiendo que el cuerpo estaba…
¡Quemándose como hoguera!
Y hoy los besos más profundos
saben a dulzura y fresa
sin empalagar la vida
porque saben a pureza
que venida desde el alma
hace que el amor se crezca
enredado en sentimientos
con toda naturaleza
aplacando los temores
cernidos sobre la tierra
porque une dos corazones
con arterias y sus venas
quebrando por los caminos
muros, piedras y trincheras.
¡Qué besos más especiales
da tu boca con terneza!
Y tus labios, sí, ¡tus labios…!
¡Los beso hasta que amanezca!