Siempre fui amante de la montaña y tu mis ganas más bonitas, auténtica pura filosofia existida. Tú que siempre logras sorprenderme, toda una muerte lenta de curiosidad. La que se para y se niega a girar con el mundo, la que huele las flores, se baña en los ríos, quién observa, vive, disfruta y se emociona de los pueblos, de sus gentes y tradiciones. Tú que vives en el envidiable orden de caos, con necesidad de tan poco, tan feliz y despegada de ese poco, pero... Tan entusiasta por el olor de la lavanda, por dormir en una playa tras un atardecer y esperar en ella por ver el amanecer. Para quien la realidad de tiempo es cero y ocupa todo espacio. Es el más claro ejemplo de que es cierto el dicho... \"Que hay más tiempo que vida\" ¡Si que hay quien quiere caminar en el Sol!
Cuando en tu vida se cruza esta clase de personas exquisitas y extraordinarias que simplemente son bonitas, de calidad en valores, de alma pura, que no necesitan desnudar su alma porque viven con ella desnuda y cuya desnudez es puro arte, que son amor, que se quieren, que aman la vida, la montaña, el mar, sus playas, el olor a salitre, las flores \"solo para quienes quieren verlas\" a sus amigos y familia y que quieren y se entusiasman por todo cuanto les rodea. Que observan el mundo y le cantan a la vida, gente que suma, con ganas, que aporta, que comparte y que es útil, que tiene esa magia que cambia el día de la gente...A está persona maravillosa, nada mas que envidiar, admirar y agradecer en silencio. Bien tienes ganado el ocho mil mi gran amiga y en este caso... El Everest.
Aitor Duarte Fernández