Como bolas
El mitin, como tal lo conocemos
repleto es, de palabra mal sonante
llegando a los oídos del votante
eufórico y contento lo sabemos.
Por cuestiones de gusto no debemos
prejuzgar al acérrimo, ese amante
que herbola la bandera en cada instante
y comiendo migajas le tenemos.
Es pulga de ese flaco can del cuento
o mosca del pastel tan delicioso
seguro que se siente motivado
por esa cifra dada en su recuento.
Más, uno que no es nada codicioso
se aparta de esa lista de invitado.