Seduce su imagen dilecta
quizá por su dulce ternura;
que tiene de Dios su dulzura
con aura soberbia y selecta.
Su rostro sensual me proyecta
la luz que en el cielo fulgura,
mostrando su regia hermosura
divina, gloriosa, y perfecta.
Despierta febril sentimiento
con ese su encanto atrayente;
que dentro del alma me siento
que nace de amor la corriente,
¡con fuerza de mágico viento!
Autor: Aníbal Rodríguez.