Los delicados sonidos de la noche
acompañan mi andar triste.
Atrás las flores rotas, vacías de color, dispersas;
también esa última carta que a la mía respondiera.
Grillos y luciérnagas conmigo lloran,
a la par desgarra mi voz su indiferencia viva.
Pues en párrafos siniestros me cortaron,
las alas de este sueño audaz que tanto amaron:
a tus encantos dulce de niña y a tu luz de ojos divinos;
que no serán míos, que no corresponderás cariño,
que son de otro tus labios rojos.
Expresas mi confusión de amistad,
la cual me canse de sus despojos,
y quise en esa carta hablarlo todo,
decir de amor palabras a mi antojo.
Y hoy esta osadía me cuesta llanto,
mientras camino en esta obscuridad a mi acompañan:
los sonidos de grillos y el haz de las luciérnagas,
que consuelan mi dolor por carta mala
y quiero así que la muerte noche me deshaga. FIN
Lic. Isaías González Arroyo