A veces me di tiempo para rezar...
ensayé poses, creé el mejor ambiente,
llegué a mi sensibilidad...
reconocí mis errores que cubren mi cuerpo,
vi también temores que día por medio siento:
la vejez, la muerte, el destino...
también he encendido muchas velas
para ayudar en lo que pueda
a alumbrar el mundo,
acercando los candelabros a las bibliotecas.
Quise ser el mejor,
pero no pude.
No pierdo la esperanza... tal vez,
cuando caigan más hojas con leyendas que convenzan
o cuando asfixien mi vista las consecuencias...