Miro tus ojos
preciosos y con vida
que están soñando.
Sigo su rumbo,
paseo por el lago
que tú has cruzado.
Me llevan lejos
a valles y montañas
que están nevados.
Veo en tu cara
la chispa de la vida
que surge en ella.
Y se contagian
también las vibraciones
y los suspiros.
Hablan tus labios,
sin voces ni palabras,
en un susurro.
Veo a tu pelo,
revuelto por el viento
que te acaricia.
Y siento envidia.
Quisiera que ese pelo
me acariciase.
Y te deseo.
Te llamo en la distancia
de mis recuerdos.
Rafael Sánchez Ortega ©
12/05/21