Nunca te alejas de mí,
vives en mi corazón,
esa tan querida flor
sagrada como un jazmín;
cómo puedes tú vivir
si mi pecho se quedó
sin la fuerza de ese sol
que me hizo tan feliz;
será que quedó su aliento
como un ayer sacrosanto,
como perenne recuerdo,
esa sombra que ha quedado
con la esperanza que el viento
me regrese a la que amo...