Oigo tu voz y vuelvo la cabeza.
Veo tu sombra fluir entre la niebla
que me sigue, me cerca, me rodea,
me posee, me excita, me penetra.
Veo tu cuerpo desnudo y empapado
por el salado rocío del deseo,
extender sus tentáculos mortales
y arrastrarme al abismo de tu lecho.
Siento el filo rusiente de tu lengua
degustar mis claveles reventones,
incendiar la espesura de mi selva
y bañarse en mis dulces manantiales.
Y mi cuerpo frutal se abre a tus labios
como estalla en la boca la granada,
y te aprieto con rabia, y te desangro
hasta la última gota en mis entrañas.
Pero todo es un sueño… Y me aventuro
por el campo minado del recuerdo,
esquivando las trampas de los celos
y la hiedra mortal del desengaño,
vadeando los sucios cenagales
en que hundiste mi hogar con tus engaños.
SHEMIRRAMIS