Paseaba la luna de noche
mostrando su vestido naranja,
hasta que encontró un árbol seco
de triste mirada ausente.
Tuvo piedad por él,
la bella luna naranja
y esa noche permaneció a su lado
acompañando su soledad.
Agradecido la acogió en sus brazos
como signo de amistad.
No hubo gesto más hermoso
en toda esa noche otoñal.
Marcela Barrientos 03-03-2021 Copyright
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Argentina