EL VIENTO AL FIN AMAINA
Camina sobre el alambre,
en equilibrio inestable,
manoteando en el aire,
bailan sin ritmo los pies,
mirando al frente o se cae,
acelerado el latido,
los labios balbuceantes,
y un estruendoso sonido,
que rodea al caminante.
Flota, pero no se hunde,
el batel de la esperanza,
que hace piruetas y danza,
para llegar a la orilla,
empujado por el ánima,
inmerso en la pesadilla,
flota, pero no navega,
pues la marea le frena.
Verso que el viento se lleva,
como una pluma viajera,
que el aire la zarandea,
baila el verso enamorado,
de la pluma que le crea,
mientras que vive soñando,
a un compás desenfrenado,
el verso así se despega,
de la idea que le apresa.
Son las manos de piedra,
que pensando aletean,
los ateridos nervios,
en sueños con fronteras,
en los profundos pozos,
que ver la luz quisieran,
de mármol son las piernas,
clavadas a la tierra.
Y en una pesadilla,
donde es fugaz la idea,
se ha construido un mundo,
donde se compra el miedo,
temblores en los labios,
y paz en las orillas,
donde habita el remanso,
donde la furia amaina,
allá en el inframundo.
Amor en las colinas,
en las trincheras odio,
saber en las pupilas,
donde el amor se acuna,
y versos en las ruinas,
que atrás se van quedando,
dejando huellas nítidas,
en cada aliento propio.
El viento al fin amaina,
pero llenó de escombros,
la senda que termina,
el tiempo sigue eufórico,
su caminar sin prisa,
y el amor en los ojos,
sobrevive a la ruina.
Angel L. Perez ®
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04/10/2021