Raiza N. Jiménez E.

Pude llamarte Amor.-

Yo Pude llamarte así, amor, mi amor.

Y en verdad lo has sido por lunas infinitas.

Ya no asoma frente a ti, aquel mi pudor,

se calmó la fiebre con la que me habitas.

-*-

 Me aposento sola en las orillas solitarias,

cuido de mi impúdica alma que te anhela.

Te quiero contar mis penas que son varias;

pero, ven en las noches que la luna pincela.

 -*-

Tu sí supiste que este amor era mi dolor.

También, que te quise y te he querido.

Hoy sabes que te amo con todo mi amor;

pero no, que tus espinas, me han herido.

 -*-

Son tantas las querencias que guarda mi pecho.

Soy amante enternecida, tengo besos para darte

 y mil caricias que hoy te esperan en mi lecho.

En verdad, no lo pensé, no deseaba quererte.

-*-

Mis ojos, son mis verdugos y son inclementes,

han tenido la insensata costumbre de mirarte

y así se prendaron de los tuyos, cual dementes.

Ellos encendieron la hoguera del amor al besarte.

 -*-

No sé si eran mis besos o fue ese primer beso tuyo,

el que en tu delirio y el mío perturbó mis sentidos.

Por ese beso es que, de esta mi locura, yo huyo.

Ella es quien exalta mi corazón con fuertes latidos.

-*-

¡Más aún, cuando me dices: \"Mi corazón es tuyo\"!.

-*-

La verdad, quise amarte y adorarte al desnudo,

sin que nadie me mirara con innobles sospechas

y decirte, sin pena, que a este amor,  yo saludo.

Que no deseo ser de esos amores que uno desecha.

-*-

 ¡En verdad, quisiera darte mi amor sin cortapisa;

 y, sí esperaría por ti, ya que  yo, no tengo prisa!