Yo Pude llamarte así, amor, mi amor.
Y en verdad lo has sido por lunas infinitas.
Ya no asoma frente a ti, aquel mi pudor,
se calmó la fiebre con la que me habitas.
-*-
Me aposento sola en las orillas solitarias,
cuido de mi impúdica alma que te anhela.
Te quiero contar mis penas que son varias;
pero, ven en las noches que la luna pincela.
-*-
Tu sí supiste que este amor era mi dolor.
También, que te quise y te he querido.
Hoy sabes que te amo con todo mi amor;
pero no, que tus espinas, me han herido.
-*-
Son tantas las querencias que guarda mi pecho.
Soy amante enternecida, tengo besos para darte
y mil caricias que hoy te esperan en mi lecho.
En verdad, no lo pensé, no deseaba quererte.
-*-
Mis ojos, son mis verdugos y son inclementes,
han tenido la insensata costumbre de mirarte
y así se prendaron de los tuyos, cual dementes.
Ellos encendieron la hoguera del amor al besarte.
-*-
No sé si eran mis besos o fue ese primer beso tuyo,
el que en tu delirio y el mío perturbó mis sentidos.
Por ese beso es que, de esta mi locura, yo huyo.
Ella es quien exalta mi corazón con fuertes latidos.
-*-
¡Más aún, cuando me dices: \"Mi corazón es tuyo\"!.
-*-
La verdad, quise amarte y adorarte al desnudo,
sin que nadie me mirara con innobles sospechas
y decirte, sin pena, que a este amor, yo saludo.
Que no deseo ser de esos amores que uno desecha.
-*-
¡En verdad, quisiera darte mi amor sin cortapisa;
y, sí esperaría por ti, ya que yo, no tengo prisa!