Me asusta la angustia,
el delirio manso
de días que pasan
sin que nadie grite,
sin que quede nada
de aquella alegría
serena y discreta
que me fascinaba
al quedarme quieta.
Me asustan tus brazos,
tus bríos, tus celos,
estar a tu lado
sin prever si freno
tus manos calientes
sobre mis caderas
mientras me deshago
en cantos violentos
gritando sin pausa
mis penas al viento
sabiendo que puedo
contenerme a tiempo,
para no volcar
mis miedos más reos
mientras me retuerzo
sin tener consuelo.