Nuestro amor, aquel, ha muerto.
Con raíces a distancia
incertidumbre, inconstancia
viento nos trajo a desierto.
Rama quedó al descubierto
¡Si era un árbol muy macizo!
Pero en suelo quebradizo
dime tú ¿Cómo se labra?
Porque bonitas palabras
no son de perenne hechizo.
Murió ese amor que juraste
en mensajes y llamadas
en las cenas postergadas
cuando sin más, te frustraste.
De a poco en poco callaste
lo bueno, luego lo malo;
una verdad te señalo:
lo sé, no somos de piedra,
a mi me trepaba una hiedra
y en ti se arrimaba un palo.
No es momento de decir
quien dejó de amar primero,
tú ocultaste otro sombrero
y yo, sin más, te deje ir.
Yo no quise competir
por muy tonto, o por muy listo;
si no hay premio, no persisto.
Sin caricia que consuele
o ese recuerdo que duele
que me dejaras en visto.
No es momento de encarar
quién dejó de amar segundo.
Te gustó viajar, el mundo
y a mí me gustó el hogar.
Un perro para ladrar
y gata para el tejado,
no negaré que has amado,
vivir cómoda en mi techo
acurrucarte en mi lecho
y olvidarte de un mañana,
pero viendo a la ventana
se te inflaba más el pecho.
No es momento de aclarar
quién será o es más feliz,
cada uno truca el tapiz
cuando trata de bordar.
¡Cómo iremos a engañar
a quién nos dará atención!
tú cambiaras de loción
yo cambiaré pantalones,
te sabrás todos los guiones
¡yo apelaré al corazón!
Cierto! Fuimos uno, ¡hoy dos!
mañana seremos cuatro
cada uno con su teatro
afinando nuestro adiós.
Me olvidaré de tu voz,
tú, tú olvidarás mi aliento
incluso este sentimiento
o qué te amé como ninguno
y también que fuimos uno
en un amor sin momento.
...s. ....l