Con las alas cortas no alcance tu paso,
tus eras de marfil y yo de cobre,
voló mi alma a ti y cayo despacio,
tu relumbrabas y yo un precario pobre.
Que, por alcanzar el vuelo a tus alturas,
surque los mares a tomar su magia,
cayendo por desprecios de estaturas;
y veme aquí ave prisionera de nostalgia.
Que, por alcanzar valor a fina sangre,
busco algún remedio y dio su alma,
devuelto a su ridículo linaje;
y veme aquí presa de un abismo que me embarga. Fin
Lic. Isaías González Arroyo