¿Hoy me pregunto adonde fue aquel fuego;
adonde lo han llevado los inviernos?
Mas lo intuyo a pesar de ser un lego...
¡Ciertos dones, jamás serán eternos!
Aquella flama que otrora brillara
con fulgores de tizón aventado,
no fue dable evitar que se afectara
al paso de *don tiempo* desalmado.
Qué erosión tan atroz dejan los años
con su ajeno correr, su circunstancia;
mostrando que a su paso deja daños
después del transcurrir y la distancia.
El sino, más allá, no imaginemos,
pues quizás, otra vez, resplandecemos.
Jorge Horacio Richino
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06/10/2021