Ben-.

Lo venerado-.

Venero lo venerable

de mi dormitorio y aledaños.

Lo increíble de tener cuarto

y la rareza de poseer papelera

y cubo de las basuras. La impagable

certeza de que estarán ahí

cuando ya tarde regrese de la calle.

La tristeza la desalojo, no quiero

ocupas en mi corazón andariego,

siempre presto a la tormenta, siempre

llano y conciso. Las puertas, los baños,

los adornos hechos a mi medida, me

seducen sin engañarme los sentidos.

Son como viejas arañas que siempre

esperan y me esperan, tumbadas a la

escasa luz que entra por la ventana.

Veo mi corazón; no es de cristal ya,

tampoco de grafito. Es más, duro

y viejo como un campo de fútbol,

como los maizales de los ríos.

Veo mi mente; silenciosa a veces,

aunque transformada en un tumulto

de ecos y resonancias.

Es como ver crecer a un niño.

Como ver remontar el vuelo

a un anciano postrado-.

 

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