Decía hola y yo leía buen día amor,
decía hace frío afuera y solo escuchaba abrázame,
la necesidad de mis manos en su cuerpo
desataba una tormenta de impiadosas miradas,
el deseo me desbordaba las entrañas, lo buscaba,
lo apretaba contra mi pecho y nos respiraba
y la realidad se me desvanecía entre los dedos,
el fondo del cristal desenfundaba sus garras
e iba cortando los hilos de esta ilusión.
Las palabras se mezclaban entre ritos y sangre
y urgía en las venas una fe aferrada a la orilla
donde poder borrarnos el invierno de la mirada,
una orilla en la que este corazón resorte descansase
sin tener que estirarse entero para agarrar tu mano.
Estos pequeños pies se han arrastrado para guiarte
y terminamos perdidos los dos en un agujero negro
sujetando cada extremo de una realidad paralela
donde dice hola y ya no leo buen día amor...
El resorte ha vuelto , sin embargo, mi corazón
quedó suspendido en el limbo que ya no respiramos.