Amber

Enamoramiento

Fue tu dulce voz,

la voz que me regaló sus versos,

unos versos despiertos por tu amor,

un amor que me deseaba con fervor.

 

Y de tu voz salió una melodía,

una melodía dueña de mis sueños y pesadillas,

unos sueños acalorados y fortuitos,

unas pesadillas de temerosas y sangrantes letrillas.

 

Como temeroso estaba yo del porvenir incierto,

porque era incierto tu tenaz envite hacia aquí,

ese envite en palabras pícaras lanzadas,

y pícaro emanaba tu aliento embelesante hacía mí.

 

Embelesado me plantó en mi sueño actual,

un sueño en el que muero baladí

si no estoy contigo y tu mirada atrapante,

porque me has atrapado sin poder volver allí.

 

Allí donde vivía gris antes de leerte,

allí donde todo era vacío e infierno,

allí donde frío temblaba en el averno,

allí donde triste creía que nunca podría tenerte.

 

Y leyéndote me enamoré de tu primera frase,

una frase tantas veces escuchada por tantas bocas,

pero que saliendo de la tuya calentaba mi alma,

la elevaba sobre tus nubes y mis esperanzas pocas.

 

Porque poco era el sentido que dolía en mi vida,

poco era el que ardía, el que sentía, …, el que quería,

porque de no querer nada pasé a quererlo todo,

todo y mucho más, querer, sentir, …, salir de este lodo.

 

Me hiciste salir de mi oscuro refugio,

de un oscuro, lúgubre y solitario abismo,

solitario, con la soledad de celestina tuerta,

porque tuerto y medio sordo andaba siempre alerta.

 

Alerta de todo rápido o lento movimiento,

y rápida era mi huida a ese citado abismo,

porque escapaba raudo de todo dejando atrás mi alma,

un alma hostigada y hastiada de un cuerpo sin calma.

 

Pero halló calma al final mi cuerpo con el tuyo,

porque tocándome rompiste mi fina tela,

una tela que escondía mis luces y mis sombras,

un claroscuro que aceptaste cálida, que ya no me desvela.