Fruta salvaje
pendiente de unos labios
ansiosamente.
Plena lascivia
en cuerpo estremecido
por la pasión.
Manos que sudan
y buscan otro cuerpo
para fundirse.
Jardín oscuro
con luces refulgentes
en plena noche.
Volcán ardiente
con lava en los sentidos
que se desbordan.
Y con el magma
la lava se derrite,
vuelve la paz.
El alma tiembla,
el cuerpo se estremece,
suspira el cielo.
Y el fruto amargo
se vuelve un grato néctar
entre los labios.
Rafael Sánchez Ortega ©
22/05/21