Se alza la nube sobre la noche arisca
Que rima con silencios, como prisiones invisibles
Se eleva sobre piedras blancas,
Humedecidas con lluvias infantes
Que intuyen las luces, equilibristas
Como ángeles
Inician su travesía por las montañas
Por el río que canta con voz de niño
Imperturbable, emancipado
Se alzan con su diminuto adiós
Ignorando los segundos, las horas, lo milenios
Cambiando el rumbo entre sueños y recuerdos
Suben y descienden con sus ropas de sosiego
Con su lenguaje peregrino, suscitando anhelos
Nubes extendidas, desvalidas
Nubes blancas, nubes negras
Entre tristezas y ensueños
Ingresando a la vida por la ranura del alma
Se alzan como ángeles que nos alcanzan los días
Se disuelven, se hinchan, se diluyen y engrandecen
Con suspiros y susurros, agitando latidos
Con tu desnudez en mi boca
Y mi entrega en tu vientre.