Hoy tengo el alma hecha trizas, de tanto esperarte en la nada,
y el pecho es un pájaro herido que sangra sin sangre y sin luz.
Hoy llevo en los ojos cenizas de todas mis noches calladas,
y un frío de muerte en los labios que besan tu sombra y tu cruz.
Hoy todo es un largo naufragio de sueños varados y mudos,
un eco de pasos sin rumbo, un beso que nunca llegó.
Hoy tengo el absurdo castigo de amarte sin verte y sin culpa,
y el miedo terrible de hallarte cuando ya no quede mi amor.
Hoy soy el otoño hecho carne, la lluvia que nunca se seca,
el viento que azota la espera y deja un susurro final.
Hoy tengo el dolor de los sauces doblados por tanta tristeza,
y un alma cansada de todo, menos de aprender a olvidar.
Hoy sé que la vida es un juego donde nadie gana ni pierde,
y el tiempo un desvelo infinito que pasa sin dejar razón.
Hoy miro la calle desierta, mojando mis pasos de siempre,
y sé que el olvido no llega… porque aún sigue vivo tu adiós.