Melissa mía
yo te deseo con mis labios siempre rojos
y la alegría que tengo
por ti eternamente y me sonrojo
pensar que ayer no eras más que un cerrojo
que se abrió
y se hizo flor
y su perfume me mimó hasta en los ojos.
Melissa mía
quiero ser tu esposo.
Cuento con la esperanzadora alegría
de tu sí gozoso.