No existía el tiempo,
tampoco las ganas,
no existía nada;
pero había viento.
Estaba sin pluma,
solo tinta seca;
no existía musa...
que urdiera una treta
e hiciera el milagro
de abrir mi cabeza,
para darme un tema
que no fuese opaco;
mientras yo soñaba
con cientos de ideas...
todas me eran feas,
todas eran raras.
Caí en el vacío
de mi desengaño,
mas guardo el deseo
de volver con bríos...
porque a lo pasado
lo borra el rocío.
Jorge Horacio Richino
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09/10/2021
3: 00 AM