Solo tu brisa inerte
y nada más.
Mi esencia, una rosa
sin aroma,
ni hierbas,
con un pétalo discreto
y una cerilla.
Con la ceniza del átomo
sobre la onda
y la espuela del mar que no quiere
ser roja.
Una enorme ruina que fuera
sangre de ostra
en una espina de tormenta
sin gotas.
Un destino claro
y allí mis deseos,
narices necias del eco
se alargarían sin flotas.
Y tu brisa inerte,
nunca jamás.