Oigo la voz
que escapa en tus latidos
y que me llama.
Es un susurro
del mar y las resacas
que compartimos.
Aquella infancia,
con globos de colores
y los cometas.
¡Benditos años!,
vividos con premura
que atrás quedaron.
Y como todo
viivirlos fue un suspiro
y ahora recuerdos.
Pero te veo,
de nuevo en esas tardes
y aquellos días.
Siento tu voz,
¡oh, playas de mi tierra!
con tu salitre.
Noto el abrazo
dejado entre las olas
en tantos baños.
Y, por supuesto,
estás y vas conmigo
a todas partes.
Rafael Sánchez Ortega ©
09/06/21