Angel Valles

FLORES DE SIEMPREVIVA

 

 

A ti y a mi,
no nos quedan motivos ni formas,
ni colores. Pero me doy cuenta
que en tu agenda cálidos y dulces,
persisten aquellos viejos aromas.

 

Nocivo y azariento como un oficio
cotidiano, el amor se hizo costumbre,
mientras que la pasión ardida
lentamente aquí nos grita
al vernos tan precarios.

 

Solo quedan los recuerdos
dulcemente atrapados en saliva
y un cariño que nos nutre
y nos cercena, en tu mirada
ya no quedan flores de siempreviva.

 

A veces en silencio,
descubro cuándo y cómo suenan
tus lágrimas en tierno tropel
sobre la piel de tu tristeza.
Te miro y te me vas volviendo ajena.

 

Duele verte dando vueltas, contando
las promesas que el tiempo, la alegría,
el placer, el humo y hasta el amor
nos hicieron sobre un colchón y que después
quedaron olvidadas, dobladitas en tu mesa.