Sus besos son cura, son a la vez veneno.
Son un sinvivir, son un huracán sin freno.
Acarician mi alma cuál cálido terciopelo.
Mataría por uno, daría todo lo que tengo.
Sus labios producen los delirios más brutales.
Cálidos, sublimes, intensos, geniales.
En pequeñas dosis sientes estallar fuegos artificiales.
En mi estómago despegan millones de estrellas fugaces.
También saben a suave y fina canela.
Son un amanecer de verano, una eterna primavera.
Florecen pistilos alrededor cuando sin avisar se acerca.
La mejor de las metáforas quedaría tan espesa.