José, de un hombre de la realidad
o equivalente a un nombre que no uso.
Seguro de que no soy ningún intruso,
esta pequeña certeza rompe mi temeridad.
Impartir es infringir mi interior
glorioso que no quiero violar,
nada de lo que diga es honor
a lo que escriba. Ahora tengo que amoldar,
como si me agradara. Este incidente
irreflexivo que lleva irremediablemente
oculto, mi otro yo que no se ve fácilmente.
Si yo fuera un quebranto Santo,
a lo que creo que soy y no lo veo,
nada de esto, ni digo ni canto,
justifico con este poema mi pequeño trofeo,
un lugar inmortal por querer ser poeta.
Ahora bien, provecho quisiera yo esta meta:
nadie, nadie (pocos) consiguen que viva su libreta.
Muera tal vez en mí, toda mi poesía,
o tal vez no. El tiempo mata o es efectiva.
Raro será, mi NOMBRE se diga algún día
o llegue a su destino y que sería llegar viva.
Con todo esto, moriré poeta y con riqueza
hecho realidad. Y si mi papel es pobreza,
oscuridad sólo en mí, y luz mis poemas no escueza.
(Mayo 2.020)
NACHO REY