Para nadie me olvide en el silencio,
como cripta fría desfigurada,
vierto sobre papiro mi alma enamorada,
el verso suave, ave sin cansancio.
Consigo acompañarlo de la rima
y la tinta con chispa de cielo.
Prosigo la estrofa aferrada a cima
y su espíritu humilde desde el suelo.
Él contiene, a su forma el viento
y un ancho de inducción y oculto secreto,
y de la rosa y del jazmín su bello acento
y el desborde evocador a veces quieto;
la figura suspicaz, las alisadas metáforas
viene con ella, de mi llanto gotas
que en letras bañan mis estrofas
y por traducción en otra alma brotas.
Dejad inmortal, que no pase inadvertido
vuele, posea con amor, del grueso literario
un espacio para mi verso querido
y que el silencio no sea mi victimario.
Isaías González Arroyo