Un día, perdí el amor de mi vida
tan solo un adiós, sin más,
su partida dolió, se fue sin lamentar.
El tiempo pasó, su recuerdo se nubló,
aunque el corazón no se resignaba
la razón por lógica, batallaba.
Mírenme ahora, si te veo, no sufro,
si te oigo ya no me distraigo
y en mis sueños, ya no apareces.