Anton C. Faya

M A N D A T O

 

MANDATO


El día que Prudencio José cumplió la mayoría de edad
sostuvo para si el chochecito  de juguete que conservo de su niñez.

Era a pila, se desplazaba hasta chocar las paredes, los  trastos,
luego cambiaba de dirección para ir a buscar otro obstáculo.

Sus amigos no sabían cosa alguna de su cochecito,
Sus padres solo trabajaban por  hacerle  honor a su trabajo.
Los profesores  enseñaban su ciencia como si fuera porvenir.
Las autoridades impartían  –vehementes-  leyes en su nombre.
Los científicos experimentaban en nombre de la propiedad  intelectual.

Nunca supo Prudencio  la fecha en que cumplió mayoría de edad.
Eran tiempos en que el futuro tenía forma de  limosna.
En el que la gente no intentaba siquiera mirarse a los ojos.
En que la exaltación del mandato era una forma del ser.
Era tiempo en que el significado de  pobreza medía en  dinero.

Se vivía  sin rumbo, hasta que las fuerzas alcanzaran, 
sin preguntárselo, hasta chocar con un obstáculo
y,  luego, partir sin preguntar hacia otro lado.  


Como ese cochecito que Prudencio José
sostuvo el dia en que cumplió su mayoría de edad.

 

Anton