Misericordia, mas no sacrificio;
ya deja de juzgar esas carencias
con tan severas, muy rudas sentencias,
como si juzgar mal fuera tu oficio;
tú mirada está atenta a ese resquicio
do la infausta fortuna hace presencias
de abundantes problemas y dolencias
que ante tus ojos son un desperdicio;
mejor vuelve tus ojos a tu espejo,
y revisa tu imagen con cordura,
deja ya atrás el ancestral complejo
de ver como total vana hermosura;
olvidando el refrán, ya tan añejo:
no existe perfección que sea pura...