Me puedo enamorar de ti sin conocerte
y puedo naufragar por la llanura aluvial
de lo desconocido sin estar embolado.
Así me pasa con la lluvia, me enamoro de ella
sin saber cuántas gotas deja caer,
sin saber de dónde viene y a pesar de que tape al sol.
Me gusta que de ella viene un aroma fresco
con sabor a corteza de árbol vetusto,
con un color de tierra recién arada.
Todo ese conjunto da vida, nostalgia y ganas de estar enamorado,
atajarse de ella bajo un abrazo largo, cálido, cariñoso.
La lluvia hace que uno bese con efervescencia
o que zambulla los labios en café o chocolate caliente.
Así me puedo enamorar de ti, tenerte lejos y cerca al mismo tiempo,
entre más distante más te quisiera tener cerca.
Llamándote con una voz bajita y suave, y tocaría la puntas de tus cabellos,
entremetiéndose por tu cabellera llegando a las cúspides de tus hombros.
Acariciando tu cuello hasta llegar a tu tímpano, y escucharas:
Te requiero y te quiero cerca.
Me puedo enamorar de ti sin conocerte y quererte sin tenerte,
aun que sea apresurado para amarte antes de que llegue la muerte.
José I. Cervantes